Fanny Libertun: el enojo es indispensable para sanar
Me enseñaron a negar la existencia de mi propio enojo.
Me enseñaron así también a crear un lugar en mí en el que contengo resentimiento y odio.
Por el mismo camino me sentí peor cuando pude ver que odiaba odiar y lo horrible que me parecía albergar emociones difíciles. Vi así crecer enfrente de mí mi oscuridad y cuánto fracasaba en disminuir mi enojo cuando me resistía a enojarme.
Cansada de odiar mi propio odio me propuse andar por los caminos prohibidos.. ¿Y si era por ahí y no me había dado cuenta? Después de todo quienes habían prohibido esos caminos estaban llenos de enojo.
Me permití enojarme, lo hice toda vez que tenía ganas. Hice esto a sabiendas que expresando mi enojo no iba a dañar a nadie en demasía o para siempre.
Luego pedí perdón y reparé algunas pocas situaciones en las que fui injusta, explicando a las personas dañadas lo que me sucedía, lo mucho que estaba intentando sanar mi enojo para ser una mejor persona. Los más enojados no pudieron escucharme y los otros bendijeron mis palabras.
Ahora sé muchas más cosas sobre mi enojo. Sé que cuanto más me niego la libertad de estar enojada, más me enojo. Sé ahora que cuanto más me permito odiar, el odio se desintegra y evapora.
Sé que de nada valen mis intentos de ser una santa inmaculada, porque vi con claridad que por ese camino me volvía cada vez más imperfecta porque aumentaba mi odio en directa proporción a lo que intentaba reprimir.
Descubrí no hace mucho tiempo, que el enojo es una parte mía indispensable, una parte que grita y sana a esas otras partes que han sido heridas, abusadas, negadas y deshonradas.
Lic. Fanny Libertun
http://www.psicologiadelacompasion.org
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