Pierdes tu hoy y tu mañana por los costos del ayer?, Laura Foletto
Imagina que has estudiado una carrera por tres años, te das cuenta de
que no era lo que esperabas y que otra es más afín a ti: ¿sigues o
comienzas con la nueva? Has estado en una relación por quince años,
tienes una cierta edad y eres infeliz: ¿continúas o te separas? Pusiste
mucho dinero y expectativas en un proyecto y, pese a la voluntad, no
está rindiendo: ¿renuncias o te sigues empeñando?
Hace poco, conocí el concepto de “costo hundido”: una inversión del pasado que no puede ser recuperada. Puede parecer un tema económico y lejano pero es algo que estamos considerando continuamente.
He notado que la mayoría consideramos más la inversión involucrada que la realidad incontrastable. Cuánto más recursos emocionales ponemos, más difícil es abandonar. Por eso, tendemos a tomar decisiones irracionales que nos hunden cada vez más.
Los demás, que no están envueltos en el dilema, nos ven como tercos, insensatos, demasiado optimistas, ilusos, pero nosotros creemos que, si seguimos esforzándonos, conseguiremos que resulte (esa es la estrategia del Ego, por otro lado). Así, batallamos denodadamente hasta desfallecer o nos detenemos durante años.
¿Qué hacer? En principio, saber que todo tiene su límite, que más no es mejor ni que se puede lograr cualquier cosa sólo con voluntad, dinero, buena energía y/o amor. Por más que nos duela, hay situaciones que se acaban o que no consiguen despegar.
Luego, es importante escuchar a los demás, a los que no están implicados. Ellos pueden aportar otra perspectiva y hacernos ver lo que nos obstinamos en rechazar. Hay una línea muy delgada entre seguir al corazón y vivir en negación, pero muchas veces la realidad misma es un dato irrefutable: si estamos infelices, bloqueados, fantasiosos… algo sucede…
Al final, lo fundamental es considerar lo que obtuvimos y aprendimos. No abandonamos algo porque pensamos que hacerlo es quedarnos sin nada o perder todo. Estas concepciones de “todo o nada” son altamente perjudiciales porque son extremas y nihilistas. Siempre, en cualquier situación, hemos adquirido valiosos recursos: conocimientos, experiencia, destrezas, madurez, amigos, contactos, amor, etc. Y aprendido sobre quiénes somos, qué deseamos realmente, cómo vivirlo, con quiénes relacionarnos, qué mundo crear para nosotros y los demás.
Si te obstinas con algo que no mejorará ni resuena contigo, te estás perdiendo de la oportunidad de lo que sí es para ti, de lo nuevo que la Vida te ofrecerá cuando sueltes lo que te obsesionas en aferrar. Requiere que aceptes la situación, hagas el duelo y te abras con confianza a lo que tu Alma te propondrá para tu mayor bien. El miedo y la comodidad no son buenos consejeros. Viniste con la capacidad de crear lo que vibra con tu mejor felicidad y plenitud. Hazlo posible. Dios/Diosa, a través de tu Alma, te guía y protege.
Hace poco, conocí el concepto de “costo hundido”: una inversión del pasado que no puede ser recuperada. Puede parecer un tema económico y lejano pero es algo que estamos considerando continuamente.
He notado que la mayoría consideramos más la inversión involucrada que la realidad incontrastable. Cuánto más recursos emocionales ponemos, más difícil es abandonar. Por eso, tendemos a tomar decisiones irracionales que nos hunden cada vez más.
Los demás, que no están envueltos en el dilema, nos ven como tercos, insensatos, demasiado optimistas, ilusos, pero nosotros creemos que, si seguimos esforzándonos, conseguiremos que resulte (esa es la estrategia del Ego, por otro lado). Así, batallamos denodadamente hasta desfallecer o nos detenemos durante años.
¿Qué hacer? En principio, saber que todo tiene su límite, que más no es mejor ni que se puede lograr cualquier cosa sólo con voluntad, dinero, buena energía y/o amor. Por más que nos duela, hay situaciones que se acaban o que no consiguen despegar.
Luego, es importante escuchar a los demás, a los que no están implicados. Ellos pueden aportar otra perspectiva y hacernos ver lo que nos obstinamos en rechazar. Hay una línea muy delgada entre seguir al corazón y vivir en negación, pero muchas veces la realidad misma es un dato irrefutable: si estamos infelices, bloqueados, fantasiosos… algo sucede…
Al final, lo fundamental es considerar lo que obtuvimos y aprendimos. No abandonamos algo porque pensamos que hacerlo es quedarnos sin nada o perder todo. Estas concepciones de “todo o nada” son altamente perjudiciales porque son extremas y nihilistas. Siempre, en cualquier situación, hemos adquirido valiosos recursos: conocimientos, experiencia, destrezas, madurez, amigos, contactos, amor, etc. Y aprendido sobre quiénes somos, qué deseamos realmente, cómo vivirlo, con quiénes relacionarnos, qué mundo crear para nosotros y los demás.
Si te obstinas con algo que no mejorará ni resuena contigo, te estás perdiendo de la oportunidad de lo que sí es para ti, de lo nuevo que la Vida te ofrecerá cuando sueltes lo que te obsesionas en aferrar. Requiere que aceptes la situación, hagas el duelo y te abras con confianza a lo que tu Alma te propondrá para tu mayor bien. El miedo y la comodidad no son buenos consejeros. Viniste con la capacidad de crear lo que vibra con tu mejor felicidad y plenitud. Hazlo posible. Dios/Diosa, a través de tu Alma, te guía y protege.
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