Las siete grandes leyes mentales ,David Kether

Primera: Ley de la sustitución
La única manera de librarse de cierto pensamiento es sustituirlo por otro; no se puede descartar directamente un pensamiento. En el plano físico no ocurre así, se deja caer un libro abriendo la mano y soltándolo, pero en el pensamiento ese recurso no funciona. Si quiere dejar un pensamiento negativo, piense en algo positivo y constructivo, es como si, digamos, para dejar caer un lápiz, fuera necesario poner una pluma en su mano cuando el lápiz caiga.

Cuando lo invadan pensamientos negativos, no los combata, piense en algo positivo. A veces los pensamientos negativos lo asedian con tanta fuerza que no puede superarlos, eso es un acceso de depresión, o de preocupación, o tal vez, un arranque de cólera. En ese caso, busque a alguien con quien hablar, distráigase, vaya al cine, al teatro, o lea una crónica de viajes. Si combate la marea negativa lo que obtendrá, probablemente, será incrementarla.

Preste atención a algo muy distinto, negándose a pensar en la dificultad o a recrearla y, más tarde, después que se haya alejado del problema, puede regresar con confianza y afrontarlo mediante un tratamiento espiritual.

SEGUNDA: LA LEY DE LA RELAJACIÓN
En lo mental, mientras más esfuerzo realice, menos resultados obtendrá. Esto es opuesto al plano físico, pero no sorprende porque en muchos casos las leyes de la mente son el reverso de las de la materia.

En el plano físico, generalmente, mientras más esfuerzo se realiza, mayor es el resultado, mientras más fuerza se aplica a un taladro, más rápido se logra un agujero. Exactamente lo contrario ocurre con el pensamiento; cualquier intento de presión mental fracasará porque en el momento en que comienza la tensión la mente deja de funcionar con creatividad y se limita a trabajar según el viejo molde habitual.

Cuando uno trata de forzar las cosas mentalmente, cuando uno se apresura, detiene el poder creador. Para que la mente vuelva a ser creativa hay que suprimir su tensión mediante un relajamiento consciente. En todo trabajo mental sea relajado, apacible, no se apresure, pues el esfuerzo se derrota a sí mismo.

TERCERA: LEY DE LA ACTIVIDAD SUBCONSCIENTE
Cuando el subconsciente acepta una idea, de inmediato trata de llevarla cabo y utiliza todos sus recursos para ese fin. Utiliza todo ápice de conocimiento que uno haya acumulado, la mayor parte del cual se ha olvidado por completo; moviliza los poderes mentales que uno posee, la mayoría de los cuales nunca se emplean conscientemente; aprovecha la energía ilimitada de la mente y alinea todas las leyes de la naturaleza a medida que éstas operan tanto dentro como fuera de usted para obtener lo que persigue.

A veces consigue inmediatamente su objetivo; a veces le toma un poco más de tiempo, dependiendo de las dificultades a superar. Pero si el objetivo no es imposible, el subconsciente lo logrará una vez que acepte la idea.

La ley se cumple tanto con las ideas buenas como con las malas. Esta ley, utilizada negativamente, provoca enfermedades, problemas y fracasos; cuando se utiliza positivamente, genera salud, libertad y éxito. La armonía es inevitable cuando nuestros pensamientos son positivos, constructivos y generosos.

Lo único que hay que hacer es conseguir que el subconsciente acepte la idea que queremos reproducir y las leyes de la naturaleza harán el resto: producirán el cuerpo sano, las circunstancias armoniosas, la carrera exitosa. Nosotros damos las órdenes, el subconsciente hace el trabajo.

CUARTA: LA LEY DE LA PRÁCTICA
La práctica conduce a la perfección. Este proverbio encierra una de las grandes leyes de la naturaleza humana, la cual nunca, bajo ninguna circunstancia, se viola. No hay logro sin práctica y mientras más se practique, inteligentemente, mayor será la pericia y más pronto se la obtendrá. Esto se cumple en el estudio de la música, cuando se aprende a nadar o a volar, se cumple en todo aspecto imaginable de la actividad humana.

En cualquier campo, la experiencia es la forma que adquiere la práctica; una vez más es la práctica la que conduce a la perfección. De ahí que, si otros aspectos son iguales, se suele escoger a una persona mayor para puestos de responsabilidad, y no a una persona más joven.

En la metafísica, los efectos de esta ley son impresionantes. El control del pensamiento es por completo cuestión de práctica inteligente, forzar algo con violencia no es práctica inteligente, al igual que no lo es la lentitud monótona. La práctica es el secreto del logro. Podemos parodiar a Dantón y decir: ¡Práctica...! ¡Y más práctica...! ¡Y todavía más práctica!

QUINTA: LOS DOS FACTORES
Todo pensamiento lo integran dos factores: el conocimiento y el sentimiento, y es el sentimiento el que da poder al pensamiento. Por magnífico que sea el contenido de conocimiento, si no está vinculado a un sentimiento, no pasará nada. Por otra parte, por insignificante que sea el conocimiento, si hay una carga de sentimiento, algo pasará.

No importa que el contenido del conocimiento sea correcto, lo que importa es lo que creemos. Un informe sobre algo puede ser inexacto, pero si usted lo cree tiene el mismo efecto que si fuera cierto; y ese efecto, una vez más, dependerá de la cantidad de sentimiento que contenga.

Cuando comprendemos esta Ley advertimos la importancia de aceptar sólo la Verdad concerniente a la vida en toda la fase de nuestra experiencia. No hay duda de que por eso Jesucristo dijo:"Conoced la Verdad, y la Verdad os hará libres." Ahora comprendemos por qué los sentimientos negativos (el miedo, la crítica, etc.) son tan destructivos y por qué una sensación de paz y de buena voluntad constituye un enorme poder de curación.

SEXTA: AQUELLO EN LO QUE UNO PIENSA, CRECE
Cualquier cosa a la que usted de acceso en su mente, se magnifica en su vida. El sujeto de su pensamiento puede ser bueno o malo; la ley funciona y la condición crece. Cualquier asunto que usted mantenga fuera de su mente, puede reducirse en su vida, pues lo que no se usa, se atrofia.

Mientras más piensa en su reuma, más se agravará este mal. Mientras más piense que está sano, mejor estará su organismo. Mientras más piense en las carencias, peor andarán sus negocios y mientras más piense en prosperidad y abundancia, dará a su vida una proporción mayor de esos bienes. Mientras más piense en sus cuitas, o en las injusticias, más pruebas de ese tipo seguirá recibiendo y mientras más piense en la buena suerte que ha tenido, más buena suerte recibirá.

Esta es la Ley Mental básica, fundamental, que lo abarca todo. En realidad toda enseñanza psicológica y metafísica no es más que un comentario sobre esta Ley.

SÉPTIMA: LA LEY DEL PERDÓN
Quizá la importancia vital del perdón no sea obvia a primera vista, pero puede estar seguro de que no es coincidencia que todo gran maestro espiritual, comenzando por Jesucristo, haya insistido tan enérgicamente en el perdón.

Debe perdonar las injurias, pero no sólo de palabra o como algo formal, sino sinceramente de corazón. Usted no perdonará por el bien de otra persona, sino por su propio bien. Para esa persona el perdón no significará gran cosa, pero para usted tendrá una gran significación. El resentimiento, la condena, la ira, el deseo de ver a alguien castigado, corrompen su alma por mucho que disimule esos sentimientos. Como esas cosas tienen un contenido emocional muy vigoroso, afianzan sus problemas, los remachan, lo encadenan a muchos otros problemas que en realidad no tienen nada que ver con los agravios originales.

Perdonar no significa que usted simpatice con el delincuente, sino desearle el bien. Usted, claro está, no debe permitir malos tratos o imposiciones, debe librar sus propias batallas con oraciones, justicia y buena voluntad, no importa que pueda olvidar las injurias o no, aunque si usted deja de pensar en ellas, probablemente las olvide, pero debe perdonar.

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