Mi hermandad
Mi hermandad
Mi hermandad no se encierra en las cuatro paredes de un hogar. Mi hermandad no conoce fronteras, porque está cobijada por la luz que se da para todos, tanto para el humilde como para el de venturosa cuna.
Mi hermandad no se restringe a velar por los intereses de la sangre o de un apellido de abolengo. Mi hermandad, si acaso se restringiera, sería hacia las almas que buscan la luz. Más sin embargo, en el fondo todos son mis hermanos… porque todo y todos son mis maestros.
Es hermano el río que fluye y me enseña a no estancarme… hermano el gorrión que entusiasta canta y me dice cómo volar y emprender la marcha cuando es preciso encontrar otros parajes.
Hermano el mendigo de quien aprendo a ser humilde y recibir con alegría las múltiples dádivas de la vida… Hermana la luna que me enseña la disciplina, el orden y las diversas fases, presentes siempre en la vida.
Hermano el sol que cálidamente me cobija y me trae la luz tan necesaria día a día. Hermano el convicto que purga tras las rejas sus faltas y me deja ver el amargo sabor del arrepentimiento. Hermano el árbol que abriga, cobija, da fruto, y me muestra la generosidad del dar sin distinciones.
Es mi hermano el orgulloso que no ha aprendido la riqueza del saber doblegarse. Y mi hermano el tímido quien me recuerda mis propios momentos de duda acerca de los talentos que el Padre me ha encomendado. Hermano el generoso, de quien aprendo el don del desprendimiento. Y hermano también el iluminado porque aclara y llena de luz mi sendero.
Mi hermano es el viento que corre libre y sin tropiezos, enseñándome la importancia de estar en todo y en todas partes sin aferrarse ni estancarse en ningún sitio… Mi hermano el que sufre desesperanza y me muestra la angustia de no poder ver la luz. Mi hermano es el amoroso y mi hermano es el que odia. Porque el primero desborda lo que éste último ha rechazado en su corazón.
Mi hermano es el que ríe porque el sol se ha estacionado en su interior, y mi hermano es el que llora porque me permite borrar sus lágrimas con pinceladas de ternura.
Mis hermanos, lo repito, son todos, porque venimos de la misma Madre y del mismo Padre. Todos y todo somos manifestaciones vivientes de ello.
Mi hermandad, por tanto, no se restringe al apellido o a los lazos de la sangre. Mi hermandad lleva más bien los lazos del espíritu, los lazos de la vida, los lazos del amor, los lazos de la Luz…
Elvira G.
http://elvirajehacialaluz.blogspot.com
Mi hermandad no se encierra en las cuatro paredes de un hogar. Mi hermandad no conoce fronteras, porque está cobijada por la luz que se da para todos, tanto para el humilde como para el de venturosa cuna.
Mi hermandad no se restringe a velar por los intereses de la sangre o de un apellido de abolengo. Mi hermandad, si acaso se restringiera, sería hacia las almas que buscan la luz. Más sin embargo, en el fondo todos son mis hermanos… porque todo y todos son mis maestros.
Es hermano el río que fluye y me enseña a no estancarme… hermano el gorrión que entusiasta canta y me dice cómo volar y emprender la marcha cuando es preciso encontrar otros parajes.
Hermano el mendigo de quien aprendo a ser humilde y recibir con alegría las múltiples dádivas de la vida… Hermana la luna que me enseña la disciplina, el orden y las diversas fases, presentes siempre en la vida.
Hermano el sol que cálidamente me cobija y me trae la luz tan necesaria día a día. Hermano el convicto que purga tras las rejas sus faltas y me deja ver el amargo sabor del arrepentimiento. Hermano el árbol que abriga, cobija, da fruto, y me muestra la generosidad del dar sin distinciones.
Es mi hermano el orgulloso que no ha aprendido la riqueza del saber doblegarse. Y mi hermano el tímido quien me recuerda mis propios momentos de duda acerca de los talentos que el Padre me ha encomendado. Hermano el generoso, de quien aprendo el don del desprendimiento. Y hermano también el iluminado porque aclara y llena de luz mi sendero.
Mi hermano es el viento que corre libre y sin tropiezos, enseñándome la importancia de estar en todo y en todas partes sin aferrarse ni estancarse en ningún sitio… Mi hermano el que sufre desesperanza y me muestra la angustia de no poder ver la luz. Mi hermano es el amoroso y mi hermano es el que odia. Porque el primero desborda lo que éste último ha rechazado en su corazón.
Mi hermano es el que ríe porque el sol se ha estacionado en su interior, y mi hermano es el que llora porque me permite borrar sus lágrimas con pinceladas de ternura.
Mis hermanos, lo repito, son todos, porque venimos de la misma Madre y del mismo Padre. Todos y todo somos manifestaciones vivientes de ello.
Mi hermandad, por tanto, no se restringe al apellido o a los lazos de la sangre. Mi hermandad lleva más bien los lazos del espíritu, los lazos de la vida, los lazos del amor, los lazos de la Luz…
Elvira G.
http://elvirajehacialaluz.blogspot.com
Comentarios