El pesimismo: Atormentarse la vida a uno mismo es fácil, Dr. Félix E. F. Larocca
Reflexionar sobre la influencia que
ciertos pensamientos tienen sobre nuestras emociones y conductas
ayuda a que seamos menos pesimistas.
Es relativamente frecuente toparse con
personas arraigadas perpetuamente en la amargura, en la tristeza,
el pesimismo y el desinterés. La primera pregunta que nos
asalta cuando nos encontramos con estas actitudes es si son el
resultado de una insistente acumulación de disgustos, mala
suerte, decepciones, desengaños y fracasos a lo largo de
toda una vida o si más bien se trata de una opción
voluntariamente elegida, una posición ante uno mismo y
ante los demás que responde a percepciones muy subjetivas,
o incluso a un cierto modo ético-estético de
entender las cosas. Todos conocemos a personas empeñadas
en encontrar el lado negativo de todo lo que acontece a su
alrededor: son los pesimistas tenaces.
Cualquiera de nosotros tiene motivos,
casi cada día, para preocuparse o entristecerse. Pero
estropearse la vida a propósito es una habilidad
que se aprende, ya que no basta con sufrir experiencias
negativas. Lo peor es que quienes se empeñan en ver el
lado negativo de las cosas, además de convertirse en
personas infelices, tienen una penosa facilidad de amargar la
vida a quienes tienen al lado, especialmente si las
víctimas son niños o jóvenes, o
dependen emocionalmente de la persona siempre
insatisfecha.
Las experiencias desagradables tienden a
atarnos al pasado y a inhibirnos el futuro, porque nos
condicionan y atemorizan. Simplificando un poco, dará
igual como nos vayan las cosas realmente, porque si mostramos una
predisposición negativa y pesimista, los momentos dichosos
los matizaremos en exceso y los percibiremos con desconfianza y
reservas.
Normalmente, los amargados tienden a
desempeñar el papel de víctima, en una forma de
comunicación interpersonal en la que (casi siempre para
captar la energía y atención ajenas), asumen uno o
varios de estos roles: el de perseguidor, que hace de malo,
interroga y es percibido como un genio que lo sabe todo y castiga
o humilla a quienes cree que se equivocan; el de salvador, que
busca que le reconozcan su papel bondadoso pero que a la vez nos
pasa constantemente facturas de cuanto hace, y el de
víctima, cuyo planteamiento de supervivencia y
comunicación es dar lástima a los demás,
captando su atención mediante la exhibición de su
sufrimiento.
Hay algunos seres desdichados, que
reúnen las tres modalidades arriba descritas, en sí
mismos.
Ocasionalmente -circunstancias nos
sobran para ello- todos podemos actuar estos roles y ello no es
negativo. Lo que hace peligrar nuestro bienestar emocional y el
de quienes nos rodean es cuando esos papeles los
desempeñamos habitualmente. Paul Watzlawick, en su libro
"El arte de amargarse la vida", nos ayuda a reconocer
nuestro estilo personal frente a determinadas situaciones y nos
brinda una excelente oportunidad para reflexionar sobre los
procedimientos por los que una persona va construyéndose
una vida desdichada. Watzlawick, recurriendo a la ironía,
nos enfrenta con los modos en que de manera voluntaria vamos
creando y consolidando nuestra infelicidad. El autor, sabedor de
la naturaleza contradictoria y paradójica del ser humano,
en lugar de facilitar consejos para alcanzar la felicidad
prefiere divulgar fórmulas para conseguir que vivamos
anclados en la desgracia. Naturalmente, el propósito es
que el lector se percate del error y reaccione de manera
contraria a la que proponen esos consejos.
Cómo vivir en la amargura y la infelicidad
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Créate problemas, y si no tienes bastante con los tuyos asume como propios los de los demás. Llena tu vida de complicaciones reales o ficticias, y concede gran importancia a todos los sucesos negativos. Resuelve los problemas ajenos y olvídate a ti.
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Piensa que siempre tienes la razón. Todo es blanco o negro, y sólo existe una verdad absoluta: la tuya. Rechaza en principio lo que digan los demás, incluso cuando pueda aportarte algo positivo. Si la idea o propuesta no es 100% tuya, deséchala, seguro que no merece la pena.
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Vive obsesionado. Elige un acontecimiento suficientemente negativo de tu memoria, conviértelo en recuerdo imborrable y tráelo a tu mente una y otra vez, hasta que sólo vivas para pensar en ello. Así, las dificultades cotidianas no absorberán tu atención.
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El presente no merece la pena, piensa siempre en el futuro. Aplaza el disfrute de los placeres de este o aquel momento, porque no puedes saber lo que te deparará el futuro. Confórmate con lo malo conocido y no te arriesgues ante lo bueno por conocer. Tortúrate pensando en todo lo negativo que te podría ocurrir dentro de unos años.
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Jamás te perdones. Llegarás a un punto en el que tan sólo sentirás autocompasión. Piensa que tú eres el único responsable de lo que te ocurre, y nunca creas que existan situaciones que escapan a tu control.
Estas recomendaciones se plantean en un
tono irónico con la intención de despertar la
autocrítica y de que nos veamos un poco ridiculizados ante
este tipo de pensamientos que nos invaden y determinan nuestra
conducta hasta el punto de amargarnos la vida, y las de quienes
nos rodean, dicho sea de paso.
Una alternativa interesante
La psicología científica
propone sistemas para abordar este tipo de situaciones. Uno de
ellos es la reestructuración cognitiva, una
técnica cuyo objetivo es identificar, analizar y modificar
las interpretaciones o pensamientos erróneos que los
sujetos experimentan en determinadas situaciones o tienen acerca
de otras personas. Un pensamiento es un diálogo con
nosotros mismos, que contiene afirmaciones sobre situaciones,
circunstancias, temas y personas. Cada una de esas afirmaciones
es un pensamiento, que podemos clasificar en dos grandes grupos:
los positivos, que nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos y
tienden a crear emociones eficientes y nos hacen sentirnos bien;
y los negativos, que obstaculizan el logro de nuestros objetivos
y generan emociones malignas que hacen que nos sintamos
mal.
Cada uno de ellos puede ser a su vez
racional (si se apoya en datos reales y objetivos) o irracional,
si no cuentan con suficientes datos reales y objetivos en que
apoyarse o incluso si se hallan en contradicción con la
realidad
Qué hacer para no dejarnos invadir por los pensamientos negativos
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Reflexionar sobre la influencia que nuestros pensamientos o interpretaciones tienen sobre nuestras emociones y conductas
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Identificar los pensamientos que nos hacen sentirnos mal en una situación determinada. La señal que nos avisa que quizá sea conveniente examinar nuestros pensamientos es la percepción de estados emocionales negativos como ira, angustia, miedo, tristeza... Una vez identificados, debemos controlarlos, objetivarlos, tomarlos en cuenta y, en la medida de lo posible, asociarlos a las circunstancias que los crearon, para después reflexionar sobre ellas
-
Analizar estos pensamientos para ver hasta que punto corresponden con la realidad y en qué grado nos afectan.
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Finalmente, busquemos pensamientos alternativos a los que nos hacen sentir mal. Los pensamientos alternativos deben ser más racionales y positivos.
En resumen
No podemos ser responsables eternamente
por el mal que creemos haber causado o dejamos de causar --- no
somos ni tan importantes, ni tan poderosos. Avancemos en la vida
pensando en lo positivo y evitando los sentimientos de culpa
exagerados, que a nada bueno nos llevan.
Vivamos un optimismo realista con bases
depositadas en la realidad y no seamos como el Dr. Pangloss,
héroe de Candide, cuyo optimismo de nada le
sirvió.
Para aprender, veamos otro
artículo preparado para estos fines
Aprender a quererse a sí
mismo…
Dr. Félix E. F.
Larocca
Una visión realista del
mundo
La primera propuesta consiste en desarrollar una
visión realista del mundo y de tu lugar en él. Para
tener un pensamiento realista positivo puedes apoyarte
en:- Darte cuenta de tu propio importe: Recuerda que eres único y especial. Nadie puede pensar y actuar como tú. Haz un recorrido de tu papel y desempeño en tu familia, trabajo, relación con amigos, en tu vivienda, lo que aportas a cada uno de estos factores. Recuerda que sin ti nada sería del mismo modo.
-Acepta que no eres responsable de las emociones de los demás: Las reacciones que los otros tienen hacia sí y su entorno es el resultado de sus creencias e interpretaciones. Tú sólo eres responsable de tus actos y sentimientos.
-Busca hechos más que opiniones: No importa quién tiene razón sino lo real. Intenta obtener suficiente información acerca de ti, de los problemas, de otras personas y de las situaciones que te rodean. Tómate tiempo para pensar en ello desde tu punto de vista. No aceptes sin más los pensamientos y creencias de los otros.
-Acepta tus debilidades y errores: Diferencia entre tu "yo" y "tus errores". Hay una diferencia entre tu comportamiento y tu persona. Aprende a reírte de tus errores y tonterías. El humor es una forma de naturalizar y desdramatizar la vida.
Aprender a no compararte con los
demás
La segunda manera de auto valorarte es aprender a no
compararte con los demás. A menudo nos sentimos
desdichados y de segundo orden porque nos comparamos con otros.
Solemos acrecentar las virtudes de las otras personas y por
tanto, menospreciar las nuestras.Una frase sana sería "no soy inferior, no soy superior, simplemente soy yo". Tú eres único, y debido a tu singularidad es imposible que hagas algo exactamente igual que otro, por tanto, no te tortures. Sólo puedes hacer las cosas en tu estilo propio y poniendo lo mejor de tu capacidad. No obstante, si otro no aprecia suficientemente tu valor, es su problema.
Procura pensar un mayor número de
cosas positivas
La repetición continuada de una idea, tiende a
formar parte de tu sistema de creencias. Ésta es la forma
más común en que se adquieren las creencias
negativas. Al pensar en alguna crítica que te hayan hecho,
has podido llegar a exagerarla hasta proporciones exageradas, y
repitiéndola una y otra vez, la has podido convertir en
una parte de tu realidad. Esto acaba por disminuir tu autoestima
y hace que termines perdiendo oportunidades valiosas de crecer y
disfrutar.Dos trucos son: recuerda tus puntos fuertes con regularidad, e intenta mirarte al espejo para decirte cosas positivas a menudo (puedes hacerlo mientras realizas alguna actividad cotidiana como maquillarte o peinarte).
Tratar muy bien a las personas que te
rodean
Es la cuarta forma de autoestima. Para ello, puedes
hacerles cumplidos. Regalar piropos a los demás, es otra
forma de elevar tu autoestima, ¿cómo funciona?
Cuando les dices cosas positivas, los otros se sienten mejor
consigo mismos y, por tanto, te tratarán
agradablemente.Tener buenas relaciones interpersonales te servirá para que te den apoyo incondicional y además te ahorrará problemas.
Limita el número de compromisos
que contraes
Si eres de las personas que tienen una elevada
necesidad de aprobación, probablemente digas sí a
todas las peticiones que te hacen. Así, o bien no puedes
cumplir todas, o bien sacrificas tus propias necesidades. Esto
puede hacerte sentir incapaz y puede disminuir tu
autovaloración. Si sueles comprometerte en exceso,
limita el número de compromisos que asumes.
Comprométete sólo si estás seguro/a de que:
estás en condiciones de cumplir, estás dispuesto/a
a hacer el esfuerzo para cumplir y si realmente quieres
cumplir.
La última propuesta es usar tu
imaginación de modo positivo
La repetición frecuente de experiencias
positivas hará que te sientas de este modo. Está
comprobado que una diferencia entre las personas con baja
autoestima y las que la tienen alta, es el tipo de recuerdos que
usan. Las de baja autoestima se detienen en experiencia negativa
y fracasos, mientras que las de alta autoestima dedican tiempo a
recordar y disfrutar de recuerdos positivos. Detente a pensar en
todas aquellas situaciones vividas que te sean
agradables.En resumen
Como mujer, como persona tienes el deber y la obligación a ti misma de valorarte de modo más positivo. Tus hijas e hijos dependen de ello, ya que en ti perciben la guía y la orientación final ara todos los asuntos que les atañen.
Quiérete mucho, y otros también te querrán.
Ponencia adaptada en colaboración con otras fuentes atribuidas, para nuestros seguidores en la UD…
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
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