Fluir
La vida vivida con propósito es la que fluye sin esfuerzo de una experiencia a la otra, un ciclo de recibir y soltar que pasa cada vez a niveles energéticos más elevados. La vida material se convierte en un espejo del crecimiento y comprensión espiritual, de manera que cada experiencia en el plano material es simplemente una oportunidad para revisar lo que está ocurriendo en el plano espiritual. Nuestra vida espiritual se expresa a través de nuestra humanidad y el resultado es la mejor combinación de lo espiritual y material. Todo esto suena como un proceso simple y maravilloso hasta que agregamos la dualidad, la energía de la tercera dimensión.
El Espíritu fluye a nosotros en una corriente interminable, ilimitada y desbordante de energía. Si pudiéramos estar en este flujo, estaríamos en un estado constante de felicidad, recibiendo, soltando, cambiando, creciendo y aprendiendo en una evolución del cielo en la tierra. Pero el Espíritu fluye hasta encontrarse con la dualidad, la energía del ego y el libre albedrío. Este encuentro es o bien una alegre aceptación que crea una asociación poderosa, o un rechazo total que excluye al Espíritu, o algo intermedio.
La dualidad desea expresar cada aspecto de sí misma, que es algo así como encontrar nuevas formas de tocar el fuego y no quemarse. Es terca y obstinada y considera que su propósito es conquistar el mundo por medio de su energía. La dualidad entonces se convierte en su propio propósito y la vida vivida de esta manera existe únicamente para expresar la dualidad, separación, desconexión y la vida sin Espíritu. Dentro de la dualidad nos sentimos impotentes porque ésta tiende a crear líos en los que debemos enfocar nuestro tiempo y energía para solucionarlos. Sin embargo, si damos paso a una mínima cantidad del Espíritu en nuestra realidad, la dualidad se desvanece en el trasfondo.
Así como una pequeña luz puede iluminar una gran cantidad de oscuridad, así mismo una pequeña cantidad de voluntad de trabajar con el Espíritu puede transformar la dualidad en una asociación, permitiéndonos experimentar una vida sin esfuerzo. Dondequiera que estemos enfocados, dirigidos, obsesionados, aferrándonos y temerosos, es donde estamos expresando la dualidad en sus aspectos singulares. Estar dispuestos a dejar ir, abrirnos al Espíritu, considerar otras opciones y ser capaces de vernos a nosotros mismos más allá de lo material, crea un nuevo propósito de vida, la expresión de la asociación espiritual. Y esto entonces conduce al flujo sin esfuerzo de la vida y nuevas posibilidades para una vida alegre, dirigida por un propósito, que es la expresión del cielo en la tierra.
Copyright (C) 2010 por Jennifer Hoffman y Enlightening Life OmniMedia, Inc. Todos los derechos reservados. Este material está protegido por leyes de derechos de autor de los EE.UU. e internacionales y puede ser distribuido libremente en su totalidad, siempre y cuando se incluya el nombre del autor y la página web Uriel Heals, www.urielheals.com.
El Espíritu fluye a nosotros en una corriente interminable, ilimitada y desbordante de energía. Si pudiéramos estar en este flujo, estaríamos en un estado constante de felicidad, recibiendo, soltando, cambiando, creciendo y aprendiendo en una evolución del cielo en la tierra. Pero el Espíritu fluye hasta encontrarse con la dualidad, la energía del ego y el libre albedrío. Este encuentro es o bien una alegre aceptación que crea una asociación poderosa, o un rechazo total que excluye al Espíritu, o algo intermedio.
La dualidad desea expresar cada aspecto de sí misma, que es algo así como encontrar nuevas formas de tocar el fuego y no quemarse. Es terca y obstinada y considera que su propósito es conquistar el mundo por medio de su energía. La dualidad entonces se convierte en su propio propósito y la vida vivida de esta manera existe únicamente para expresar la dualidad, separación, desconexión y la vida sin Espíritu. Dentro de la dualidad nos sentimos impotentes porque ésta tiende a crear líos en los que debemos enfocar nuestro tiempo y energía para solucionarlos. Sin embargo, si damos paso a una mínima cantidad del Espíritu en nuestra realidad, la dualidad se desvanece en el trasfondo.
Así como una pequeña luz puede iluminar una gran cantidad de oscuridad, así mismo una pequeña cantidad de voluntad de trabajar con el Espíritu puede transformar la dualidad en una asociación, permitiéndonos experimentar una vida sin esfuerzo. Dondequiera que estemos enfocados, dirigidos, obsesionados, aferrándonos y temerosos, es donde estamos expresando la dualidad en sus aspectos singulares. Estar dispuestos a dejar ir, abrirnos al Espíritu, considerar otras opciones y ser capaces de vernos a nosotros mismos más allá de lo material, crea un nuevo propósito de vida, la expresión de la asociación espiritual. Y esto entonces conduce al flujo sin esfuerzo de la vida y nuevas posibilidades para una vida alegre, dirigida por un propósito, que es la expresión del cielo en la tierra.
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