Entendiendo la adicción al Drama, Claudia Hernández
Cuando se habla de adicciones generalmente pensamos en drogas, alcohol, comida y ya también en relaciones tóxicas.
Sin embargo, la adicción más común, socialmente aceptada, aplaudía y hasta alentada es: La adicción al DRAMA.
Al ser seres de hábitos, incluso con efectos a niveles neuroquímicos, en la actualidad es muy fácil desarrollar el hábito de la indignación, del enojo, de la victimización y las reacciones desproporcionadas.
Es común en nuestras relaciones estar creando drama usando cualquier cosa externa para detonar conflictos, peleas, enojos, indignación etc. y así obtener nuestra dosis, incluso de atención que generalmente suele funcionar, pues se apela a la empatía y hasta cariño de aquellos que nos rodean.
Siempre que alguien decide no participar del círculo de adicción al drama ya sea alejándose, no cediendo a la coerción o bien, no reaccionando, el adicto al drama aumentará el volumen del mismo, intentando desprestigiar a cualquier desertor.
Lo intentará descalificar a los ojos de los demás o a los de él mismo incluso intentando hacerle dudar de su propio juicio: Es (eres) un narcisista, mentiroso, insensible, envidioso, etc con tal de que haya drama.
La adicción al drama es la incapacidad de vivir, disfrutar y mantener la paz y armonía. Es un ruido interior que no soporta el silencio. Como toda adicción, rompe relaciones y limita en gran medida la calidad de vida.
Es momento de tomar consciencia y dejar de negociar con nuestra paz, dejar de alimentar dramas y renunciar a hábitos tóxicos.
No se trata solo de comer sano y hacer ejercicio o prender una vela y rezar todos los días, esto sigue siendo algo superficial y a veces, hasta mecanismos de autoengaño del bienestar: "hago ejercicio y como sano por eso ya soy una persona sana", pues la verdadera salud y bienestar parte del profundo conocimiento de uno mismo, que permite renunciar a aquellas reacciones no sanas, a aquellos hábitos irracionales, a la separatividad y todo ruido que aleje de la paz.
Es un reto de trascendencia del ego muy grande, pero una vida vivida invirtiendo en la paz, es una vida que es digna de vivirse.
Vivir en drama no es vivir.
Coach Claudia Hernández.
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