Quien culpa no se ocupa,Patricia Cabrera Sena


Hay que aprender a ocuparse de los asuntos personales en lugar de desplazarlos constantemente afuera de uno mismo. Es de valientes hacerlo. Asumir ante todos aquellos actos, palabras, hechos, situaciones que nosotros generamos, provocamos o facilitamos. Decir: yo fui, yo lo dije, yo lo hice, yo lo busqué, yo lo provoqué… En lugar de proyectar en los demás lo que me corresponde como responsabilidad, entiendo que es mío, lo hago propio. Es un acto de maduración, de compromiso, de seriedad, de sensatez y de sanidad.
Ahora bien, a la hora de no poder o de no saber hacerlo, llegan las consecuencias. Hay personas que tienen como costumbre proyectar en otros sus propias fallas. Antes que reconocerlas, es mejor concentrar la atención en esa persona que dentro de su círculo se presta más a ser víctima sensible de sus abusos emocionales. Porque no reconocer los problemas de uno, desplazarlos en forma sutil e inteligente a otro, depositarlos en él, culparlo a él, responsabilizarlo a él, es un modo de manipular habilidosamente las situaciones emocionales, perjudicando a ese otro, colocando en él la carga que no le corresponde, y luego señalarlo como el equivocado o el insano, cuando el insano realmente es quien hace la maniobra de culpar al inocente ante todos.
Hay un psiquismo que se presta a recibir la culpa de otro, que no la sabe pelear, que la hace propia, que se encarga de los bultos ajenos, de los errores ajenos, que los asume como propios, que calla, que no se sabe defender, que soporta las culpas y los errores que no cometió como si fuesen suyos, por una situación interna, por falta de mecanismos defensivos, por necesidad de castigos, por fragilidad emocional, esa persona se vuelve chivo expiatorio de las culpas de otras.
De manera popular se define el fenómeno de "chivo expiatorio" como "una denominación que se le da a una persona (o grupo de ellas) a quienes se quiere hacer culpables de algo de lo que no son, sirviendo así de excusa a los fines del inculpador."
Hay perfiles psicológicos que se prestan a recibir culpas ajenas, y hay otros perfiles que se prestan para desplazar sus culpas sin miramientos sobre otros (que en realidad son inocentes). Una personalidad complementa a la otra. Se necesitan ambas. Es un vínculo claramente insano.
Pero en esencia, quien no quiere hacerse cargo de sus “bultos” internos, de sus cargas latentes, de sus culpas, señalará siempre a otro, aumentará sus fallas, recriminará e incrementará sus errores, lo señalará ante otros, lo hará responsable de hechos que el otro realmente no provocó, distorsionará la realidad con el único fin de que el otro se vea como el causante de situaciones que realmente no ocasionó.
¿Cuál es el fin? No verse a sí mismo. No hacerse cargo de sus propios errores. No ver sus conflictos personales que tiene que atender para superar. No enfrentarse a sus propias batallas internas, a sus propios enemigos. No admitir su parte nociva, insana, que lastima y falla. No verse a sí mismo en sus propios puntos débiles y dañados, es un modo de garantizar que jamás sanará. Porque con esa actitud de culpar al otro, de responsabilizar al otro, de proyectar sus problemas en el otro: sólo logra negar su conflicto, no atenderlo, y de ese modo nunca conseguirá recuperarse, reconstruirse y curarse de su propia enfermedad.
Es de valientes sentarse a hablar con sus propios fantasmas y entender cuál es la dinámica interna que lo lleva a estar siempre en choque con otros o infeliz.
🧐HACERTE CARGO DE TUS CULPAS, NO SÓLO ES UN ACTO DE VALIENTES SINO DE PERSONAS MENTALMENTE MADURAS, RESPONSABLES Y SANAS. CULPAR AL OTRO DE ALGO TUYO DEJA EN EVIDENCIA TU ENFERMEDAD.
Fte. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com

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