Afinación Semanal de la Conciencia de la Kabbalah: El poder en ti
Del 9 al 15 de junio de 2013
Generalmente pensamos que, ya que somos solo una persona, las cosas
buenas que hacemos no pueden marcar una gran diferencia en el mundo.
También utilizamos esta excusa para justificar nuestros momentos “no tan
buenos”. El concepto de que una persona puede causar un gran impacto en
el mundo suena bien al escucharlo, pero puede ser difícil de asimilar.
Para entenderlo en un nivel más práctico, podemos ver dos tipos de personas a través de la historia. Están las personas que etiquetamos como “los chicos malos”: Adolfo Hitler, Yosef Stalin, Osama Bin Laden; y están las personas que llamamos “los buenos”: La Madre Teresa, Martín Luther King, Jesús Cristo. Estos son sólo algunos ejemplos.
Al observar estas dos listas, no debería haber duda de que una persona tiene dentro de sí el poder para influenciar a miles de millones de individuos. Es más, sin importar en cuál lista se encontraban, ellos eran iguales en el deseo de afectar las vidas de incontables personas. La diferencia entre ellos es que un grupo estuvo impulsado por deseos egoístas mientras que el otro estuvo motivado por un deseo incansable de compartir.
La verdad es que, todos tenemos el poder para afectar al mundo, y ya sea que lo sepamos o no, ya lo hacemos. En la actualidad, la ciencia ha probado lo que los kabbalistas escribieron cientos de años atrás: No existen las acciones pequeñas. Todo lo que realizamos posee una energía inteligencia que produce innumerables efectos dominó.
Con este conocimiento, podemos entender que no necesitamos ser la Madre Teresa para que nuestras acciones creen un vasto cambio en el mundo mientras obtenemos también el gran sentido de responsabilidad que tenemos el uno por el otro.
Es muy importante saber que no sólo puedes, sino que sí marcas la diferencia.
Una vez que entendemos la influencia que verdaderamente acarrean nuestras acciones, podemos ver la necesidad de transformar nuestros deseos egoístas en deseos por compartir, y al hacerlo nos volvemos uno de “los buenos” comprometidos a crear un mundo mejor.
Todo lo mejor,
Yehuda
Para entenderlo en un nivel más práctico, podemos ver dos tipos de personas a través de la historia. Están las personas que etiquetamos como “los chicos malos”: Adolfo Hitler, Yosef Stalin, Osama Bin Laden; y están las personas que llamamos “los buenos”: La Madre Teresa, Martín Luther King, Jesús Cristo. Estos son sólo algunos ejemplos.
Al observar estas dos listas, no debería haber duda de que una persona tiene dentro de sí el poder para influenciar a miles de millones de individuos. Es más, sin importar en cuál lista se encontraban, ellos eran iguales en el deseo de afectar las vidas de incontables personas. La diferencia entre ellos es que un grupo estuvo impulsado por deseos egoístas mientras que el otro estuvo motivado por un deseo incansable de compartir.
La verdad es que, todos tenemos el poder para afectar al mundo, y ya sea que lo sepamos o no, ya lo hacemos. En la actualidad, la ciencia ha probado lo que los kabbalistas escribieron cientos de años atrás: No existen las acciones pequeñas. Todo lo que realizamos posee una energía inteligencia que produce innumerables efectos dominó.
Con este conocimiento, podemos entender que no necesitamos ser la Madre Teresa para que nuestras acciones creen un vasto cambio en el mundo mientras obtenemos también el gran sentido de responsabilidad que tenemos el uno por el otro.
Es muy importante saber que no sólo puedes, sino que sí marcas la diferencia.
Una vez que entendemos la influencia que verdaderamente acarrean nuestras acciones, podemos ver la necesidad de transformar nuestros deseos egoístas en deseos por compartir, y al hacerlo nos volvemos uno de “los buenos” comprometidos a crear un mundo mejor.
Todo lo mejor,
Yehuda
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