Afecto y compasión

Mi abuelo, Maulana Hedayatullah, un maestro Sufi Musulmán y sanador en el norte de Bengala, a menudo les recordaba a sus estudiantes que fueran compasivos con ellos mismos.


“Si no puedo ser compasivo conmigo mismo, no puedo ser realmente compasivo con los demás,” decía él.


Ser compasivo con uno mismo no significa evitar o negar los aspectos de tu personalidad que deben ser enfrentados y trabajados. 


“Trabaja sobre lo que sea necesario en tu personalidad, pero con la cualidad del alma,” decía él. “Las principales cualidades del alma son la misericordia, la gentileza, y la amabilidad. El alma no realiza juicios y está colmado de amor incondicional.”


Cuando estás trabado en un combate justo con un malhechor, recuerda que estás luchando contra el antagonismo, no contra el antagonista. Haz lo que sea necesario hacer, pero no destierres de tu corazón al antagonista.


Mi abuelo solía pedir a sus estudiantes que agregaran una palabra cariñosa a sus nombres y que usaran este término afectuoso siempre que hablaran consigo mismos. La verdad es que hablamos con nosotros mismos a menudo y gran parte de estas charlas son negativas. Préstale atención a esta conversación interna. Haz una práctica el relacionarte contigo mismo con afecto y compasión. Esta práctica, decía mi abuelo, alienta a la identidad divina de uno a adelantarse.




Jamal Rahman 

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