Ana Bergareche: pedido de amor y reconciliación de una hija a su madre.




Cada noche,
mientras abriga el cielo al ser dormido, 
ella extiende su mano hacia el olvido. 

A la historia encumbrada de experiencias 
que escondía tesoros, 
a pesar de la ausencia. 

A los ojos enclavados en el alma, 
aunque la noche inmensa 
abarcara al presente con sus alas. 

Al amor de reproche y de deseo 
que creció en el sacrificio 
de caminar en duelo. 

Yo no sé, madre, 
por qué se detuvo el tiempo
en el jardín de tu aurora. 
Por qué te resignaste 
a acallar tu belleza 
y a caminar en sombras. 

Yo no sé hoy por qué matas los años 
y dejas que tu vida se escurra 
por los cauces de un amor enterrado. 

Pero déjame leerte, 
déjame invertir hoy los papeles 
y que sea yo quien te lea otro cuento. 
Descansa tus oídos, 
asienta los cansancios,
porque hoy quiero ser yo quien habite tu espacio. 

Desempolvemos juntas nuestra historia
escondida en archivos de la huida, 
allá donde la loba pionera 
fue ahuyentada y despojada de la vida. 

Recordemos que fuimos juez y parte 
de un hechizo asesino,
pero que nunca es tarde para asistir al parto
de un retoño cautivo. 

Hoy soy ese retoño que revivido en letras
se asoma a tu destino. 

Desempolvemos juntas la entraña que nos une 
desde el gozo y que grita. 

Anidemos estrellas que un día fueron guías 
de un cantar que se agita. 

Nuestra sangre nos une más también el linaje
de una estirpe de fieras,
que luchan por la vida y penetran esferas 
que se alzan eternas. 

Otorguemos futuros a rasgos liberados 
de sed en la garganta. 

Cantemos nuevos versos que superen silencios
y aúllen esperanzas. 

Reposa tu cansancio, madre, 
y deja que te cuente 
esta historia olvidada. 

Hoy con lobos dancemos 
en este nuevo pacto 
de amor y de alianza. 

Ana Bergareche 
Puerto Vallarta 
México

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