Responsabilidad en los hijos , por Abel Berenice

La capacidad para ser responsables es una de las mejores enseñanzas y hábitos que pueden adquirir nuestros hijos. De este modo cuando sean mayores serán capaces de cuidar de si mismos y actuaran de una forma responsable con su vida, lo que les hará ser dueños de su propia vida de una forma muy positiva, sin ir a remolque de lo que ya han logrado otros a una edad mucho más temprana.



Tenemos que ayudarles para adquieran actitudes y valores que les permitan lograr una vida fructífera y placentera.
Como definición de responsabilidad, podemos decir que es la capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer las consecuencias de un hecho que realizó con libertad. Por lo tanto, una persona responsable es aquella que ocasiona en forma consciente un hecho y que puede ser imputada por las consecuencias que dicho hecho genere. De esta forma, la responsabilidad es una virtud de los seres humanos libres.
Esa responsabilidad la debe ir adquiriendo poco a poco, tanto en la escuela como en casa en el ambiente familiar, sin olvidar que los niños son como auténticas esponjas que van a absorber todo lo que vean en casa y en la escuela.
El sentido de responsabilidad le ayudará a cosechar éxitos con mayor facilidad, beneficiándose de las consecuencias positivas que se deriven de ello. Si embargo, un niño totalmente irresponsable vivirá rodeado de castigos y riñas, sin llegar a alcanzar ni desarrollar muchos de sus deseos.
Cuando hablo de niños responsables, no hago referencia a aquellos que actúan por evitar un castigo o una reprimenda. No me refiero a aquellos que aparentan ser responsables por eludir una crítica o un castigo. Sino que lo hagan por satisfacer una necesidad propia o ajena.
La diferencia entre ambos casos es muy clara: en el primer caso el niño siente ansiedad y una autoestima baja, mientras que en el segundo el niño posee una autoestima alta y capacidad para tener actitudes totalmente positivas. No debemos confundirlos ya que son completamente diferentes una de otra.
El tan ansiado sentido de la responsabilidad, no es algo que se transmita genéticamente sino que debe aprenderse y adquirirse a través de la experiencia. En sus primeros años de vida sus recursos para lograrlo son verdaderamente escasos, por lo que paulatinamente deberá ir adquiriendo todas esas virtudes que le hagan ser capaz de responsabilizarse conforme vaya creciendo. Esa capacidad de responsabilizarse tiene que ir en aumento con los años, de tal modo que irán perfeccionándose poco a poco. No tendrá nada que ver de lo que se responsabiliza un niños de 4 años con lo de un adolescente de 16 años, tiene que ser algo paulatino y evolutivo, acorde con la edad del interesado.
Para que consigan desarrollar adecuadamente ese sentido de la responsabilidad, el papel de los padres es destacadísimo. Para eso tienen que combinar toda una serie de valores: la paciencia y la tolerancia, claridad y coherencia para que el niño sepa lo que se espera de él. Pero no solo hay que marcarle cuando ha cometido un error, hay que explicarle sobre todo el principio, por qué está mal hecho y posibles alternativas que hubieran sido adecuadas.
Esto no debe entenderse como que los padres ordenan y el niño ejecuta como un robot. Para que el niño llegue a ser responsable, tiene que llegar a elegir y resolver por si mismo, sin que se trate de ejecutar lo ordenado por sus padres.
El hecho de tomar decisiones tiene que ser un proceso paulatino pero consciente, que el niño vaya asumiendo poco a poco. Deben comprender que siempre existen diferentes alternativas entre las que poder elegir.
Saber tomar decisiones correctas es la base para desarrollar el sentido del poder o del control sobre los acontecimientos que rodean a la propia existencia.
Esta adquisición y desarrollo de la responsabilidad es de vital importancia para el futuro del niño y adolescente, ya que les capacita para ser dueños de sus propias vidas.
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