Creencias limitantes femeninas – freno al desarrollo personal

En las culturas latinoamericanas predominantemente, se sobreentiende que el hombre es quien provee el sustento y la mujer lo acompaña. Esta creencia limitante es la que juega un rol importantísimo en la imposibilidad de lograr el desarrollo personal y la concreción de los deseos de muchas mujeres…


Seguramente has escuchado a alguna mujer quejándose porque el dinero no le alcanza, o porque su situación económica no mejora. Ante la sugerencia de que busque un empleo o cambie el que tiene en la actualidad por uno mejor, o incluso que termine sus estudios truncos o realice alguna especialización que le brinde mayores posibilidades laborales, ella responde: “Yo estoy bien así, el que tiene que ganar más dinero es mi marido, él debería moverse más, hacerse valer en el trabajo, hablar con su jefe, aprender a darse su lugar, buscar otra cosa…”.

La Programación Neuro Lingüística pregona que “percepción es proyección“, y esta respuesta es un claro ejemplo de esta premisa. Cada uno debe asumir su propio rollo, sin tirarlo para afuera, tratando que otro se haga cargo. Muchas veces el problema suele estar tan enraizado que la persona en cuestión no ve lo que realmente sucede: la creencia de que son los hombres quienes forjan el porvenir de las familias está instalada en el inconsciente colectivo de las mujeres.

A través de los siglos, lo usual ha sido que el hombre sea el principal proveedor del sustento familiar, y, en muchos casos, esta creencia sigue firme en la actualidad. Culturalmente, a las mujeres nos han educado para que los hombres que nos rodean (marido, novio, padre e incluso hermanos) sean más exitosos que nosotras. Si hay algún atisbo que las mujeres de la familia seamos muy inteligentes y descollemos por sobre ellos, debemos hacernos a un lado para no opacarlos, y permitir que ellos fulguren, siempre más que nosotras. Si alguien seguirá con el negocio familiar a la muerte del padre, ése será uno de los hijos varones. En caso de sólo haber suficiente dinero para que uno de los niños vaya a la universidad, será un hombre también el que “se sacrifique por toda la familia“.

Esta creencia hace que dejemos de lado muchos de nuestros sueños y aspiraciones para no eclipsar al hombre que está al lado de nosotras, ya que no estaría bien que ganemos más dinero que ellos o seamos más reconocidas. Asumimos este rol “femenino” sin detenernos a pensar si es lo que verdaderamente queremos para nuestra vida, lo hacemos de manera automática: así funcionan las creencias.

Llegamos a boicotear de distintas maneras nuestras posibilidades de lograr un ascenso en la oficina, de terminar nuestros estudios y alcanzar un diploma que nos implicaría nuevas y mejores posibilidades laborales. Nos escudamos tras excusas pero en realidad somos las causantes de que todo esté estático y nada cambie, “por el bien de la familia y del hogar”. Así nos han educado, copiamos los patrones sociales y familiares, y rebelarnos en contra de ellos significaría ir en contra de todo lo que nos han inculcado, generación tras generación.

Cuando esta pseudo armonía se rompe por razones externas, por ejemplo, nuestro marido o novio consigue un empleo con un sueldo menor al nuestro, recibimos un ascenso, o logramos algún reconocimiento, lo vivimos con culpa, ya que hay algo que no está bien: el orden natural se ha roto.

Esta creencia tan limitante es un arma de doble filo, ya que por un lado frena nuestra evolución personal, y por el otro crea una gran dependencia hacia el hombre que nos proporciona la mayor parte (o todo) nuestro sustento. El miedo a que esta figura masculina deje de proveernos bienestar económico nos quita objetividad en nuestras decisiones cotidianas: no somos libres.

Si eres mujer y te sientes atada de pies y manos ante una situación semejante, que no te deja evolucionar como persona en alguna área de tu vida, medita sobre estos interrogantes un instante:

¿Qué pasaría si lograras eso que tanto anhelas? (Un trabajo, un ascenso, terminar tus estudios). ¿Cómo te verías? ¿Qué te dirías? ¿Cómo te sentirías?

¿Estás dispuesta a tomar las riendas de tu propia vida y a asumir responsabilidad sobre tus decisiones, aunque difieran de las creencias familiares?

¿Te parece que tu situación familiar cambiaría? ¿De qué manera? ¿Tu relación de pareja sería más o menos despareja que hasta ahora? ¿Qué sucedería en ti con ese cambio?

Tener en cuenta las respuestas a estos interrogantes te dará un panorama más claro de cómo despegar y dirigirte hacia la meta de tu desarrollo personal.
http://www.mejoraemocional.com/general/creencias-limitantes-femeninas-%E2%80%93-freno-al-desarrollo-personal/

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